“Pocos pintores ejercen sobre mí tanta fascinación como el italiano Michelangelo Merisi de Caravaggio. La combinación de su naturalismo radical y el uso tan especial de la luz, han influido profundamente en mi obra”

 

Es en la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid donde empiezo a experimentar con el color y adquiero una experiencia que resultara transcendental en mi trayectoria artística. Transcurrido el tiempo y gracias a mi paso por “Ángel Academy” de Florencia, renuevo mi vocación como pintora y retomo mi formación con grandes maestros. Me especializo en la pintura figurativa y en el espíritu clásico que se usó en las grandes Academias de Arte. En mi obra, tras una investigación minuciosa de la luz y el color, intento captar y plasmar el cautivador claroscuro, donde soy capaz de respirar las atmósferas que rodean las imágenes y así compartir con quien contempla mis cuadros la belleza de una mirada, un objeto o simplemente el trazo de una línea.

 

“Después de Fidias y Rafael, nada de esencial queda por descubrir en el arte; solo nos queda la obligación de preservar el culto de lo verdadero y perpetuar la tradición de lo bello”

 

Quería compartir con vosotros estas increíbles palabras que la crítica de Arte, Marta Teixidó, dedicó a mi trabajo:

El Realismo contemporáneo bebe de las fuentes del academicismo clásico. En medio de vanguardias abstraccionistas, que una pintora reivindique su admiración por Michelangelo Merisi de Caravagio,  que profundice en su obra y que siga su estela, es algo verdaderamente a tener en cuenta.

Y así lo hace Rosa Díaz, una artista que estudió en la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid, donde empezó a experimentar con el color, especializándose posteriormente en pintura figurativa, gracias a su paso por la prestigiosa “Angel Academy” de Florencia.

Y efectivamente, el espectador que contempla su obra percibe con diáfana claridad esa veneración por el academicismo del siglo XVI, a través de unos trabajos muy sentidos, realizados gracias a una variada paleta, que impregna la tela de manera sobria y funcional, jugando con ese claro oscuro conseguido, a través de una minuciosa investigación de la luz y el color, tal como expresa la pintora, y perfectamente apreciable en sus retratos a color.

Con respecto al blanco y negro, su plasmación si bien estudiada con rigor, sólo le permite jugar con escalas de grises, lo que la obliga a ser más austera, a esforzarse más para conseguir un resultado de corrección absoluta.

En sus copias de los clásicos, sin lugar a dudas, Caravaggio es su inspiración,  apreciándose cuidado en los detalles, una gama cromática rica y suntuosa que no por heterogénea es menos sobria y meditada. La pintora es consciente del significado de la copia como excelente ejercicio, digno de consideración, y por supuesto, un juego lumínico con elegantes matizaciones. Son obras que reflejan un goce creativo y de entrega vital.

En sus dibujos claramente académicos de torsos o rostros escultóricos, Rosa Díaz nos demuestra su preparación. Hay soltura, pero también estrictez, intentando transmitir la esencia de algo lamentablemente perdido en el siglo XXI, y que debe reivindicarse con vehemencia: el trabajo bien hecho.

Sus figuras femeninas, se observa un toque impregnado de lírica sensibilidad,  logrando captar facetas esenciales, mientras que en sus bodegones, se aprecia calidad expresiva, y también un abundante y variado cromatismo, con un resolutivo juego lumínico.

Marta Teixidó
Crítico de arte

 

la artista

Es en la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid donde empiezo a experimentar con el color y adquiero una experiencia que resultara transcendental en mi trayectoria artística. Transcurrido el tiempo y gracias a mi paso por “Ángel Academy” de Florencia,  descubro mi vocación como pintora y retomo mi formación con grandes maestros. Me especializo en la pintura figurativa y en el espíritu clásico que se usó en las grandes Academias de Arte. En mi obra, tras una investigación minuciosa de la luz y el color, intento captar y plasmar el cautivador claroscuro, donde soy capaz de respirar las atmósferas que rodean las imágenes y así compartir con quien contempla mis cuadros la belleza de una mirada, un objeto o simplemente el trazo de una línea.

 

El Realismo contemporáneo bebe de las fuentes del academicismo clásico. En medio de vanguardias abstraccionistas, que una pintora reivindique su admiración por Michelangelo Merisi de Caravagio,  que profundice en su obra y que siga su estela, es algo verdaderamente a tener en cuenta.

Y así lo hace Rosa Díaz, una artista que estudió en la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid, donde empezó a experimentar con el color, especializándose posteriormente en pintura figurativa, gracias a su paso por la prestigiosa “Angel Academy” de Florencia.

Y efectivamente, el espectador que contempla su obra percibe con diáfana claridad esa veneración por el academicismo del siglo XVI, a través de unos trabajos muy sentidos, realizados gracias a una variada paleta, que impregna la tela de manera sobria y funcional, jugando con ese claro oscuro conseguido, a través de una minuciosa investigación de la luz y el color, tal como expresa la pintora, y perfectamente apreciable en sus retratos a color.

Con respecto al blanco y negro, su plasmación si bien estudiada con rigor, sólo le permite jugar con escalas de grises, lo que la obliga a ser más austera, a esforzarse más para conseguir un resultado de corrección absoluta.

En sus copias de los clásicos, sin lugar a dudas, Caravaggio es su inspiración,  apreciándose cuidado en los detalles, una gama cromática rica y suntuosa que no por heterogénea es menos sobria y meditada. La pintora es consciente del significado de la copia como excelente ejercicio, digno de consideración, y por supuesto, un juego lumínico con elegantes matizaciones. Son obras que reflejan un goce creativo y de entrega vital.

En sus dibujos claramente académicos de torsos o rostros escultóricos, Rosa Díaz nos demuestra su preparación. Hay soltura, pero también estrictez, intentando transmitir la esencia de algo lamentablemente perdido en el siglo XXI, y que debe reivindicarse con vehemencia: el trabajo bien hecho.

Sus figuras femeninas, se observa un toque impregnado de lírica sensibilidad,  logrando captar facetas esenciales, mientras que en sus bodegones, se aprecia calidad expresiva, y también un abundante y variado cromatismo, con un resolutivo juego lumínico.

Marta Teixidó
Crítico de arte